Tuesday, March 15, 2011


Del silencio de aquella noche solo me quedaba un recuerdo...

No era difícil imaginar que la sangre en mis manos, tenía que ver con lo que había pasado en aquella cama. Como llego ahí era algo que no podía explicar. Recapitulando mis actos lo único que podía pensar era en la sangre escurriendo por la rejilla del baño.

No era difícil para mí salir de ahí, después de tantas veces que había caído. La noche me encontraba una y otra vez en la cama de un cualquiera, no escogía el lugar simplemente y sin darme cuenta amanecía entre sabanas que no eran mías. Algunas veces ponían precio a mis horas y otras tantas simplemente por placer me desataban en la lujuria. Los sin sabores de la vida me habían vuelto algo obstinada, pero así, sin mas, era como caminaba por las noche queriendo encontrar algo que desconocía. Los senderos oscuros se habían convertido en lugares corrientes para transitar, me sentía cómoda cuando la sombra caía sobre mis hombros.

-Sentís el filo sobre tu piel?-

-Si- le dije

-Me gusta eso de vos, asumís los riesgo!-

Lo que vino después, hiela las venas. De un juego con una carga bastante pesada de desgracia y pasión. Devino lo irremediable, de golpe la daga estaba hundida en su pecho y la sangre de las múltiples heridas que se había hecho, no paraban de teñir aquellas blancas sabanas en las que me veía envuelta sin saber que hacer. Finalmente la oscuridad acompañada de silencio había logrado paralizar mi acción, como nunca antes. Su silencio y una ultima caricia, fue todo lo que me quedo de ese encuentro. Al menos hasta ese momento. Sin llegar a tener una conciencia real de lo que estaba pasando, me pare fui al baño e intente sacarme la sangre del cuerpo. Casi de manera impulsiva (sin razón alguna) abrí el cajón de su mesa de luz, casi como presintiendo lo que iba a encontrar. Una carta, el amor que sentía, plasmado en un papel. Había decidido morir a mi lado...

El recuerdo de sus besos aun helaban mi alma, su amor había quedado por siempre y nunca podría sacarlo.